sábado, 11 de mayo de 2013

Capítulo 4

- Explícame eso de por qué me he declarado la guerra a mi misma. - le solté escéptica.
Se encogió de hombros y se levantó.

- Supongo que tirada en esa cama nunca lo vas a descubrir, porque ya te dije que, a no ser que consigas la manera de hacerme hablar, de mi boca no saldrá nada.

- Pues ya podrías. - dije levantándome de la cama. - ¡Auch! - me dolía todo el cuerpo, las heridas que creía soñadas hay estaban, dispuestas a molestar cada movimiento que hacía. Estaba vendada totalmente, miré interrogante a Zeev pidiendo una explicación.

- Hice lo que pude pero no hago magia. Tu carrera de ayer fue bastante accidentada.

- Entonces no fue un sueño. - recordé la sangre, la mirada de esos hombres, todo lo que había creído un sueño. - Mataste a esos hombres, volviste de la muerte... ¿Qué hiciste para...?

No respondió, solo se acercó a mi y me dedicó una profunda mirada que me dejó tiesa y dijo:

- No me arrepiento de lo que he hecho y haré. Y si es por ti aún me arrepiento menos. Tu lo único que tienes que hacer para seguir viva y estar bien es hacerme caso...

- ¿¿Seguir viva?? - lo interrumpí.

- Si, en este lugar nada es lo que aparenta ser y tu, por decirlo de algún modo, eres un cuerpo extraño así que lo que intentará todo el mundo es sacarte del medio. Y la única forma de hacerlo es atraparte e incluso llegar al punto de matarte.

- ¿¡Matarme!? - repetí sobresaltada.

- Exacto y lo harán por todos los medios que tengan, querrán verte sufrir hasta tu último aliento. Así que movámonos.

Me ayudó a levantarme y a vestirme. No me había percatado hasta ese momento, pero ese no era mi cuarto, esa no era mi casa. Nos encontrábamos en algún sitio que yo no conocía. Salimos de aquella habitación a un pasillo medio derruido. Seguí a Zeev por el pasillo, íbamos muy pegados a la pared y me hizo señas de que guardara silencio hasta nueva orden. ¿Por qué? El miedo que sentía en ese momento era considerable, me temblaba hasta partes de mi cuerpo que ignoraba que pudieran temblar.

Después de recorrernos el edificio entero salimos a la calle. Era como si una bomba hubiese explotado en todo el mundo. ¿Estaba en un mundo pos-apoteósico? No tenía ni idea y por miedo a abrir la boca no le preguntaba a Zeev. Corrimos rápido hasta estar encubiertos otra vez en la entrada de otro edificio abandonado y derruido. Me dolía todo pero tenía que hacerlo. Me era muy poco creíble lo que me acababa de soltar Zeev de que me querían ver muerta, pero en mi caso no tenía oportunidad de discrepar de ello. Si no le creía ni le hacía caso moriría y si le hacía caso tendría dos finales: uno, descubriría que es verdad y continuaría viva o dos, descubriría que es mentira y simplemente le seguiría el juego a un loco. No tenía nada que perder, pero viendo el panorama mejor hacerle caso.

Zeev no me daba pié a desconfiar de él, y no lo iba a hacer. Era mi único apoyo en ese momento y aún que fuera un clavo ardiendo me aferraría a él con todas mis fuerzas.

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