jueves, 9 de mayo de 2013

Capitulo 3

Estaba en shock. Tenía marido o novio, opción que decidí que era la correcta ya que ninguno de los dos llevaba alianza. ¿Qué estaba pasando?

Will se separó de mi y se sentó en la silla contigua, agarrándome de la mano.

- ¿Cuánto tiempo hace que quieres hacer eso? - pregunté inocentemente.

- Más de lo que crees. - me dijo acariciándome la mejilla como si fuera de cristal - Me encanta verte otra vez con vida en los ojos.

Se que pensaréis que estoy loca por dejarme, pero algo me decía que estaba bien, que nunca me haría daño, que no me mentiría  Dejé esos pensamientos de lado para centrarme en lo que me había estado comiendo la cabeza. Pensé que ya que él me había estado cuidando, seguramente había sido Will el que había dejado la carta encima de mi mesilla, así que me decidí a preguntarle sobre ello.

- Will, ¿dejaste tu este naipe en mi mesilla? Es que al despertar hoy me la encontré y como dices que tu estuviste a mi lado tanto tiempo, pensé que...

- Yo no fui. - me dijo quitándomela de las manos muy serio para inspeccionarla. - Y nadie a entrado en este piso. Yumi, por si acaso no salgas de casa, por favor.

- ¿Por qué? - protesté.

- Porque sí, hazme caso. Todo lo que hago y digo es por tu bien, para protegerte. - me acarició la mejilla y añadió - No quiero volver a perderte.

Lo miré a los ojos, no eran los ojos dorados que me rondaban por la cabeza, pero eran hermosos igualmente. Transmitían serenidad y, sobretodo cuando me miraba a mi, amor. Will me trataba como si me fuera a romper en cualquier instante, y sus verdes ojos lo transmitían aún que el quisiera disimularlo.

- Lo se, Will. Pero créeme cuando te digo que no me vas a perder. ¿Ves? - dije levantándome y sentándome de nuevo en su regazo. - Soy de verdad, estoy aquí contigo y no me pienso ir.

Si soy sincera no se por qué me comportaba así, yo no soy una lobona ni nada de eso, pero algo me hacía ser "diferente". Pero poco me importaba. ¿Por qué obcecarme en buscar al chico de un sueño, cuando tenía a uno de carne y hueso a mi lado, que estaba dispuesto a luchar por mi?

- "Porque no soy de un sueño, soy tan real cómo él" - sonó la voz de el muchacho de anoche en mi cabeza.
Debí de palidecer porque Will me agarró más fuerte al sentir que perdía las fuerzas y me dijo:

- ¿Estás bien?

- Debo de seguir débil. - forcé una sonrisa - ¿Me llevas a la cama, por favor? - dejé caer mi cabeza en su cuello y me agarré a el, sintiendo su olor.

- Claro. - me aupó y me llevó a la habitación. Me sentía bien allí, tan bien cómo me había sentido en los brazos del otro chico. - Duerme un rato, haber si se te pasa. - sonrió, me acarició la cara y me besó - Sueña.

Cerró la puerta tras de si. Otra vez yo sola en esa cama, en esa habitación, apresada por un cansancio repentino que me impedía mantener los ojos abiertos y con la misma palabra de despedida: "Sueña". ¿Cuál era el sueño y cuál la realidad?

- Despierta bella durmiente.

- ¿Will? - dije abriendo los ojos e incorporándome.

- No, y no se te ocurra llamarme así. - no, por supuesto que no era Will. Era el chico de los ojos dorados, sentado en la cama y mirándome con una mirada que no lograba descifrar.

- Entonces, ¿Quién eres? ¿Qué mierda está pasando? ¿Dónde está Will?... - mi lista de preguntas era interminable, pero me paró con el simple movimiento de ponerme un dedo en los labios.

- Las preguntas una a una. ¿Quién soy? Eso ya te dije que lo adivinaras - intenté protestar, pero me volvió a impedir hablar - pero, como veo que no te apetece jugar, te lo voy a poner más fácil. Mi nombre es Zeev.

- Qué raro es tu nombre.

- El tuyo tampoco es que sea muy normal, Yumi. - mi nombre lo pronunció con un tono de rintintín, pero realmente tenía razón. - Siguiente cuestión, ¿qué te está pasando? De eso tengo respuesta, pero lo tendrás que descubrir tu solita. Y Will... - lo dijo con asco, como si odiara a Will - Aquí no está.

- Tengo la impresión de que sabes más de lo que dices. Dime más - exigí.

- Puede... Pero no te voy a decir más. - se me acercó peligrosamente - Si quieres saberlo, házmelo decir.
- Tentador... Te gustan mucho los juegos y las adivinanzas, ¿verdad?

- No me desagradan.- me besó. Ya me estaba a empezando a acostumbrar a que me besaran porque sí - Sigueme y llegarás a la respuesta sobre qué pasa con tu vida.

- ¿Tu..? - y en ese momento caí - ¡El naipe! Fuiste tu.

- Podría decirse que fue influencia mía. Cada símbolo de la baraja tiene su significado. Los corazones son el clero, los diamantes son la economía, los tréboles son el pueblo y las picas el ejército.

- Tu me diste el de picas, el ejército. ¿Significa guerra? - Zeev asintió - ¿Pero contra quién?

- Contra ti misma - respondió él, dándole voz a los pensamientos de mi cabeza.

martes, 7 de mayo de 2013

Capitulo 2

La luz cegó mi despertar, el sol entraba a chorro por la ventana dándome directamente en los ojos. Miré a mi al rededor, a saber en dónde estaba. Me sorprendí estaba en mi piso, pero había algo raro aunque no lograba identificar el qué.

Recordé lo sucedido ayer, ¿fue real o un sueño? Aún veía esos ojos, la sangre, el miedo, aquel beso... Me miré buscando algún rasguño de los muchos que me hice en mi torpe carrera por el bosque que pudiera demostrarme que realmente no era un sueño, y que no tenía una mente tan macabra como para mostrarme todo aquello. Nada, estaba intacta, ni un corte, ni un moretón... ¿Entonces lo había soñado realmente? No, me negaba a creer que soñé el mejor beso de mi vida, a aquel muchacho... Y entonces lo vi: un as de picas ¿que hacía allí? "... Pero tienes que encontrarme..." recordé que me había dicho la noche anterior, ¿era una pista para dar con él? No tenía ni idea, pero sabía que tirada en la cama, mirando un naipe no lo iba a descubrir.

Me levanté de la cama y me vestí como un rayo, tenía que averiguar que mierda había pasado esa noche. Salí de casa y me dirigía a toda velocidad a la plaza del incidente. Me paré en seco. No tenía ni idea de por donde quedaba ese sitio. Estaba completamente perdida.

- ¿Yumi? - oí una voz a mi espalda y el resonar de una bolsa llena de compra cayéndose al suelo. - ¡Dios mio! - Era un chico de mi edad, más pequeño diría yo por su cara de niño, pero de altura me sacaría una cabeza, tenía los ojos como platos como si yo fuera un fantasma.

- ¿Quien eres? -pregunté.

- No me recuerdas, bueno eso es normal. - dijo más para sí que para mi - No deberías salir, vamos a casa.

- No me voy contigo a ningún lado, no sé quién eres.

- Soy Will, la persona que te ha estado cuidando estos dos años.

- ¿Qué? ¿Por qué tu..? - las incógnitas aumentaban en mi cabeza, cada vez mi mundo estaba más del revés.

- Vamos a dentro y te explico todo, ¿vale? - me tendió la mano, se la cogí, no se porqué pero ese muchacho me daba confianza.

Entramos de nuevo en el piso y entonces caí en la cuenta de que me parecía raro: había cosas de hospital por todos lados, pequeñas cosas que con las prisas y el shock no me había dado cuenta.

- Will, empieza a hablar ya, porque ahora mismo no se qué esta pasando y estoy muy asustada y confusa. - le supliqué sentándome en una silla y agarrándome la cabeza para haber si presionándola se me ordenaba un poco. - ¿Que ha pasado en mi vida?

- Hace dos años pasaron cosas, - al ver mi cara de que me contara con detalle todas y cada una de esas "cosas" añadió rápidamente - que no te diré aun, y por ciertas causas te quedaste en coma. El primer año mejorabas poco a poco, pero llegaste a despertar. Fue de los mejores momentos de mi vida. - sonreía como un niño que le dicen que va a ir a un parque de atracciones por primera vez, era superlindo. - Pero te estancaste, eras como un robot. Los médicos decían que tu cuerpo respondía pero tu mente se había quedado bloqueada por algo.

- Pero hay algo que no entiendo, ¿por qué me cuidabas tu? ¿Y mi familia?

- No tienes, ni tu ni yo. Somos huérfanos, nos criamos juntos. Eramos inseparables, los mejores amigos. Al crecer decidimos ser el uno la familia del otro.

- ¿Estamos casados o algo así?- pregunté.

Se levantó de la silla, se acercó a mi y me besó.

- ¿A ti que te parece? - fue su respuesta.

viernes, 3 de mayo de 2013

Capitulo 1

Aquella noche me di realmente cuenta de que dejé de ser yo... Era como algo que te atrapa poco a poco, te hace caer en su trampa y no te deja escapar, te agarra tan fuerte que llega un momento que de la presión dejas de pelear por recuperar esa libertad que tenías y te dejas llevar por la corriente de esa viciosa espiral... Se que muchos no me entenderéis pero, si soy sincera, poco me importa. Esa noche corrí a ciegas por aquel bosque, sintiendo que las plantas de mis pies se desgarraban como papel, sintiéndolas hervir por el dolor, pero no me detuve. ¿De que corría? Ahora lo pienso en frío, seguramente de paranoias, pero en ese momento era tan real que me desbocó el corazón y lo único que mi cuerpo fue capaz de compaginar fue el correr, correr hasta donde fuera necesario.

Aquella misma noche le vi morir... Vi como unos imbéciles le pegaban una paliza, la sangre corría por los adoquines y empapaba su ropa. Le vi tirado en el suelo, quise ir a ayudarlo pero el miedo me impidió mover un solo músculo. y aunque no me moví de donde estaba, me vieron, me arrancaron de mi escondite y me empezaron a arrancar la ropa, quitarme los zapatos. La lujuria corrompía su mirada, pero aunque gritaba y pedía ayuda nadie parecía escuchar. De repente algo hizo que aquellos hombres que estaban a punto de violarme, cambiaran su asquerosa mirada por una de terror y miedo, seguramente muy parecida a la que tenía yo. El muchacho que debía de estar muerto, con la sangre cayéndole aún por el flequillo y manchando su cara, no solo se había incorporado y caminado hasta donde me tenían presa sino que también acababa de arrancarle la vida de cuajo a uno de aquellos asquerosos hombres, literalmente. No recuerdo cómo pero rápidamente acabó con todos.

Miré a aquel chico, no mucho mayor que yo, sus ojos de un color oro brillando en la noche ¿Por qué estaba vivo? Eso aun me lo pregunto yo. Rodeada de cadáveres, y enfrente de un demonio con cara de ángel recubierto de sangre mis piernas se movieron por si solas en un impulso y eche a correr, alli empezó mi accidentada carrera por el bosque. Ya había perdido la cuenta de cuanto tiempo llevaba corriendo cuando tropecé y caí, los pies me sangraban, los tenía a carne viva, pero no me interesaba mimarme las heridas en ese momento, seguía viendo esos ojos amarillos, la sangre brotando de las heridas...

 Intente levantarme, pero las fuerzas me fallaron y volví a caer. Miré a mi alrededor, estaba perdida, no reconocía nada. Oí un crujido de una rama, asustada miré en todas las direcciones rápidamente y los vi más relucientes aun, esos penetrantes ojos de oro. El corazón por poco se me para, se abalanzó sobre mi desde la rama que estaría a una altura de siete metros. De repente lo tenía tan cerca de mi que sentía su respiración, su olor, su tacto, el latido de su corazón y su voz...


- Sé que me tienes miedo, que piensas que soy monstruo por haber vuelto de la muerte y haberme manchado las manos de sangre de esos imbéciles, pero no soportaría que te hicieran nada, - me susurro al oído - tu eres la única en este mundo que no ha de temerme. No haría nada que no quieras.

 Y acto seguido me besó. Sin dejarme tiempo a reaccionar me aupó y me llevo en brazos. Sentía calor en su abrazo, me sentía bien allí colgada de su cuello, sintiendo como aquel misterioso personaje me llevaba a algún lugar.

 - ¿Quien eres? - Fue lo único que llegue a decir puesto que, entre la carrera y lo a gusto que me sentía entre sus brazos con el suave bamboleo de sus andares, el sueño había ido cogiendo terreno.

 - Alguien que lleva a tu lado mucho tiempo y tu no te habías dado cuenta. - cerré los ojos y me deje llevar. 

El suave roce de las mantas tapándome me hizo abrir los ojos por ultima vez esa noche y observar esos ojos mirándome con dulzura. Aun metida en cama, tapada hasta arriba, sentía frío sin su contacto.

 - No te vallas - articule, agarrando la manga de su chaqueta para evitar perderlo.

 - Nunca me iré, estoy mucho mas cerca de lo que crees. Pero tienes que encontrarme. Sueña. - y con un beso se esfumó aquel chico de ojos dorados que ni sabía si iba a volver a ver, pero antes de que reaccionara el sueño pudo conmigo y me vi caer en medio de oscuridad y sangre...