martes, 18 de junio de 2013

Capítulo 9

- Cuando empezó esta era tecnológica empezó en su gran auge, una especie de tiranía en la que los científicos tienen el poder y lo utilizan para investigaciones, en ocasiones nada éticas, se desarrolló. - comenzó Zeev a relatar, aunque la última parte lo dijo en un tono oscuro. - Y la cosa empeoró cuando el Doctor Damon Gallager se convirtió en presidente. La clase media se empobreció rápidamente y la clase baja era utilizada como ratas de laboratorio. - estaba tenso y por poco las manos le sangran de lo apretadas que las tenía.

- Pero no lo entiendo. ¿Cuándo ha pasado eso? ¿pasó cuando estaba en coma?- le interrumpí.
Me miró largamente y con profundidad. Sabía algo que le daba mucho miedo decirme por alguna extraña razón. No se si sería por el bien de mi salud mental o por mi salud física, pero en todo caso prefería acabar con esa horrorosa sensación de ser la persona que menos sabe en todo el mundo, esa sensación de ignorancia total. Puede que si me dice lo que deseo saber acabe mal pero, al fin y al cabo, la curiosidad mató al gato.

- Así que eso es lo que te ha dicho - Zeev rió amargamente. - La verdad es que se lo ha montado muy bien.

- ¿Quién? ¿De que estás hablando, Zeev?

- Escucha, lo que te está ocurriendo es a causa de una obsesión por un lunático pervertido. Esa persona es la que le ha dado la vuelta totalmente a tu vida. Yo perdí por su culpa muchas cosas, y juro que se lo voy a hacer pagar. - me agarró las manos con cariño, y me hizo esa especie de promesa que yo aun no entendía.
Su proximidad ya no me aterrorizaba, de hecho tenía el sentido contrario, aunque mi cerebro me gritaba desesperadamente que eso era peligroso. Era muy extraño estar junto a él. Todos los sentimientos que sentía cuando estaba con él eran contradictorios. No sabía el porqué pero Zeev era la horma de mi zapato. - No debo decirte más. Sé perfectamente la impotencia que sientes pero tienes que hacer las cosas por ti misma y descubrir lo que te ocurre, ya te lo dije de otra vez...

- Es irritante cuando una rata como tu habla demasiado. Me cabrea mucho, 666. - la voz era oscura y muy profunda. Salieron de las sombras unas figuras de un grupo de hombres de blanco nuclear y con una especie de armas que parecían que con ellas podrías destrozar una montaña. El hombre que había hablado era el que parecía el jefe. Era de un tamaño considerable, era muy robusto y de cabello azabache como Zeev. El sujeto no llevaba una pistola como los demás, sino que llevaba una espada o algo así. - Sabes que le tengo que llevar tu cabeza y a la chica al Señor Gallager, si no también pedirán la mía.- estaba aterrorizada no, lo siguiente. ¿Quién me quería y por qué? Zeev estaba colocado entre el gran hombre y yo, haciendo de escudo. - Lo siento, si te hubieras estado quieto hace mucho no estaríamos en esta situación.

- Si no me hubierais usado como experimento tampoco, padre. - dijo Zeev con la voz que irradiaba el odio y el desprecio mayor del mundo. ¡¿Experimento?! ¿Su propio padre le quería matar? - Y además tu mismo fuiste uno de los que me creó y sabes perfectamente que no vas a poder cogerme ni vivo, ni muerto. Aunque seas General del ejercito, sigues sin poder atrapar a tu propio hijo.

- Cierto, pero ahora no sólo escapas tu, tienes a un polizón. - dijo apuntándome con la punta de la espada. Zeev extendió el brazo para evitar un posible ataque. - Aparte no es necesario atraparos a los dos a la vez, puedo hacerlo por separado. - la mirada del hombre se ensombreció y comenzó a adoptar una posición de ataque. Lentamente Zeev se preparaba para salir huyendo de allí. Yo no sabia que hacer, lo único que pude hacer fue buscar una salida con la vista, pero no vi nada.

La misma sensación que me inundo el alma y el corazón cuando "Zeev" nos había atacado estaba volviendo a correr por mi sangre invadiendo cada parte de mi cuerpo con desesperación y miedo. La sensación de impotencia  me hacía caer en una espiral de sensaciones horribles. Me quería derrumbar, tirar en el suelo a llorar y gritar que por favor no me mataran ni me hicieran nada; pero no podía hacerlo, no debía dejar que esos desconocidos vieran que era débil, no lo era. Trate de autoconvencerme de que así era, y por lo menos pude pensar con más claridad para darme cuenta de que sí habia una salida. Miré hacia Zeev y observe que pensabamos lo mismo. Detrás de un armario se veía luz, un agujero, era la salida. Intercambiamos una mirada, no se aun el porqué pero le entendí perfectamente. Mi trabajo consistía en correr hacia el hueco mientras él distraía a los atacantes.

Pasó muy rápido, Zeev se lanzó contra el General. Yo corrí lo más rápido que me dieron las piernas. Sentí las balas rozándome el pelo. El caos abatió la habitación sin remedio... ¿Saldriamos vivos de allí?

lunes, 3 de junio de 2013

Capítulo 8

Abrí los ojos lentamente, me dolía la cabeza del golpe, así que cada movimiento que hacía era como si me clavasen mil cuchillos en el cerebro. Cuando se me despejó la vista vi a un muchacho dormido enfrente mía, los mechones azabaches que le caían por la cara le daban un aspecto si cabe más infantil. Pero no era cualquier muchacho, era el mismo que me había intentado asesinar y que ahora dormía tan plácidamente agarrado a mi cintura como si no pasara nada.

No, como si no pasara nada no. ¿ Y si volvía a intentar matarme? ¿Y si pasaba algo peor? ¿Y si...?
Lo único que sabía es que no tenía a nadie para defenderme en ésta ocasión y que no me iba a quedar a averiguar que pasaría. Me aparté de Zeev con el máximo sigilo que pude, pero aún así lo notó. Se incorporó rápidamente y sacó un cuchillo con tal velocidad que si mi mente estuviera más tranquila me hubiera preguntado de dónde lo había sacado. Pero en esos momentos estaba tan sumamente asustada que lo único que pensaba era que mi vida se acabaría en ese instante, como seguramente habría pasado con Will. Grité e intenté apartarme lo más que pude pero una pared impedía mi escape, lo que me puso más nerviosa.

- Tranquila - Zeev guardó el cuchillo mientras avanzaba hacia mí. Grité aún más y se detuvo en seco. ¿Qué pretendía, acercarse haciéndose el bueno y después atacarme con el cuchillo? - Yumi, no te voy a hacer nada.

- ¡¿Nada?! ¿Tu a ponerme un cuchillo en la garganta le llamas nada? Y además lo que habrás hecho con Will. - le respondí llorando como una magdalena. No podía callármelo.

- ¿Will? ¿Ponerte un cuchillo en dónde? Yo nunca te haría algo así. - protestaba desconcertado - ¿Pero de que estás...? Ah... - parecía que se le acababa de encender la bombilla. A saber lo que le había hecho a Will como para haberlo olvidado. Bajó la cabeza y se puso a rosmar algo por lo bajo, que no entendí, que llevaban las palabras "mierda" y "Will". Me miró de nuevo y dijo - No, te equivocas la persona que os hizo eso tanto a ti como a Will no soy yo. Es que es difícil de explicar. Solo confía en mí, me cortaría los dedos uno a uno yo mismo antes de hacerte daño.

- Pues no, no me fío de ti. Eras tu, no hay otra persona en el universo con esos ojos.

- No era yo. ¡Mírame! - Con un rápido movimiento agarró mis muñecas y se acercó para que observara sus ojos más de cerca. Me revolví aún que no sirvió de mucho puesto que era obvio que tenía más fuerza que yo.

No se. Los ojos que tenía en ese instante delante eran indudablemente del mismo color, pero la forma de mirar era la que yo recordaba antes de que me atacaran. La mirada que me profesaba era dulce y cálida, no fría y lujuriosa. Para nada rondaba lo tenebroso. ¿Pero por qué era igual y diferente al mismo tiempo? Después de un silencio incómodo bajé la mirada y dejé de forcejear, rindiendome a Zeev por completo. Él, en contraste con lo que yo me esperaba, cerró los ojos y  apoyó su cabeza sobre mi pecho, exhausto.

- Yumi, no se lo que te pasó, pero no podré vivir si no me dejas acercarme. No se vivir sin ti. Sé que tu no recuerdas nada, pero yo lo sé todo sobre ti. Y no puedo imaginar el estar otra vez yo solo, te necesito mucho más de lo que te puedas llegar a imaginar. Aún que no te fíes de mi déjame estar cerca para ver por mis propios ojos que no te pasa nada malo. No te tocaré si no quieres, pero necesito que me entiendas. - la voz con la que pronunció esas palabras era quebradiza, como un niño que evita el llorar y no lo logra.

- Te permito estar cerca, pero entiende cuando desconfío de ti. - levantó la cabeza y mis sospechas se confirmaron ya que tenía los ojos rojos y húmedos. - Dices que me necesitas pero solo te conozco de hace días, y ni siquiera sé si son días u horas porque según cierro los ojos paso de estar contigo a estar en cualquier otro lugar. No entiendo nada de lo que me ocurre y tu sabes lo que me ocurre y no me lo dices. Ahora lo que quiero son respuestas, no protección.

- Lo siento... - se retiró de encima mía y se sentó enfrente tapándose la cara con las manos. - Ya es hora de que te de una explicación. - me miró con intensidad al decir eso. El silencio que le siguió a esa frase me pareció una eternidad.

lunes, 27 de mayo de 2013

Capítulo 7

La noche nos envolvió como una madre arropa a su hijo al ir a dormir. Caminábamos del brazo, tranquilos, por las calles pacientes que horas atrás bullían del trajín de la vida en la ciudad. Casi nada me sonaba y las pocas cosas que si lo hacían eran extrañas, como incompletas, les faltaba algo. Como todo cuando estaba con Will, todo a mi alrededor estaba completo aparentemente, pero a la vez le faltaba como de realidad. No lo sabría explicar, era extraño.

Iba cavilando esas ideas en mi cabeza que ni cuenta me dí de que al doblar una esquina no estábamos solos.
Todo lo que pasó fue tan rápido y sin sentido que apenas se que ocurrió en realidad. Simplemente sentí una gran fuerza que me separaba de Will y momentos después tenía un brazo fuerte y musculoso agarrándome con fuerza, evitando que pudiera separarme del cuerpo de su propietario. Forzajeé para librarme de la presión de su abrazo, pero solo conseguí que esa presión aumentara más. Intenté gritar pero una mano impedía que el sonido saliera con toda la potencia que yo pretendía. Me mantuve quieta en cuanto sentí un contacto de un afilado y frío cuchillo en ni cuello que amenazaba con rajarme la garganta si no paraba.
Busqué a Will con la mirada y vi que miraba a mi contrincante con una mezcla en su mirada de  desafío y miedo.

- ¿Qué quieres? Te daré lo que quieras, pero no le hagas nada. - dijo levantando las manos en señal de paz, una paz que a  mi secuestrador le pareció más graciosa que tranquilizadora, puesto que empezó a reír.

- Típica respuesta, ¿y crees que con eso me vas a evitar hacer lo que me da la gana? - preguntó socarrón con una voz que yo conocía muy bien, ya que la escuchaba en cada sueño que tenía últimamente. Y me fijé en el color de su piel morena, en su olor... Y entonces me volteó sin sacar el cuchillo de mi cuello, y las pocas dudas que tenía se desvanecieron de un plumazo. El color de esos ojos eran inconfundibles, aún que la mirada no era la misma que en mis sueños. Ahora la mirada era oscura y lujuriosa, su sonrisa me medio lado mientras paseaba su mirada por todo mi cuerpo le daba un aspecto tenebroso y macabro que me aterraba. Esa persona salida de mi sueño no era el mismo, o eso me obligué a creer, porque la idea de que Zeev estuviera allí, en esa situación me era totalmente inconcebible. - Dime, capullo, ¿qué me harías si le hago algo? ¿Me matarías? - se dirigió a Will con desdén y superioridad, haciéndole un reto por le que Will apretó los puños y la mandíbula - Pues ven aquí e inténtalo, pero en cuanto muevas un músculo le rajo el cuello y sería una desgracia, la verdad - lo dijo descendiendo un dedo desde mi cara, dónde estaba aposentado, hasta mi cuello. Recorriendolo con como con deseo, que me puso la piel más de punta de lo que ya la tenía.


¿Qué estaba ocurriendo? ¿Por qué el muchacho que tenía delante mirándome con unos ojos dorados llenos de oscuridad, una oscuridad tan profunda y tenebrosa que provocaba que me inundara un miedo aterrador? Zeev, el chico que me había salvado una vez ¿quería arrancarme la vida ahora?

Me sentía tan impotente ante esa situación que no pude evitar que gotas de agua brotaran de mis ojos, Zeev en vez de apenarse o liberarme algo de su maldito abrazo, comenzó a reírse, una risa aguda y de lunático, y aumentó la presión del cuchillo provocando que un hilillo de sangre comenzara a chorrear por mi cuello.

- No creas que con lágrimas de cocodrilo engañaras a nadie. - susurró acercándose a mi oreja.

Miré como pude a Will, y la expresión de él era de todo menos amistosa. Comenzó a correr hacía nosotros, eso a Zeev lo tomo por sorpresa, así que gracias a dios su reacción no fue rajarme en ese mismo instante, si no que me empujó hacía la pared, haciendo que me golpeara la cabeza contra la pared, perdí el sentido.

martes, 21 de mayo de 2013

Capítulo 6

Me hallaba sentada reflexionando por lo que no oí el girar de la llave en la puerta y una figura entrando en silencio en la estancia hasta que la figura habló.

- ¿Qué estás haciendo? - Will estaba detrás de mirándome con una mezcla en la mirada de recelo y curiosidad.

- Tenía ganas de ver mis fotos, pero todas están como en blanco, borrosas. - contesté paseando la mirada sobre los álbumes abiertos y entonces me llamó la atención un insignificante trozo de fotografía rota y quemada. La cogí y en ella se veían con claridad unos ojos dorados y profundos... - ¿Zeev? - fué un susurro apenas audible, quise seguir observando el pedazo de papel pero Will me la arrebató rápidamente.

- No deberías estar viendo esto. Debes descansar que aún estás débil.

- Me escondes algo, y además soy yo la que decide si estoy con fuerza o no y me encuentro bien. Soy capaz de salir de casa. - le espeté levantándome del suelo para otorgarme la poca autoridad que podía
.

- De acuerdo, perdóname  - se me acercó, me besó la frente y se quedó muy cerca acariciándome con dulzura  lo tenía tan cerca que podía sentirlo entero contra mi piel, cada músculo, cada latido... - ¿Te apetece salir? Si te encuentras con fuerzas si quieres vamos a dar una vuelta.

- ¿En serio? - me quedé anonadada y por eso tenía que asegurarme de que no me llevaba a engaño. Era un cambio tan repentino de actitud que se me hacía raro, pero era a mi favor así que no me quejaba y además todo lo que estaba pasando en mi vida, por una cosa más no pasaría nada.

- Claro, vete a cambiar mientras yo recojo esto. - me sonrió de una manera tan dulce que me fue imposible no devolverle la sonrisa. Mi situación comenzaba a cambiar a mejor, o eso me parecía.

Corrí hacia la habitación dejandolo alli de píe y al volverme para cerrar la puerta no pude evitar fijarme en como miraba hacía las fotos con una expresión oscura y tenebrosa, se ponía tenso y cerraba el puño que contenía el trozo de foto que me había arrebatado con fuerza. Me pareció raro,  pero de la emoción ignoré lo que acababa de ver.

Me cambié lo más rapido que pude y salí de la habitación. Me encontre con la sonrisa dulce de Will y todo recogido.

- ¡Qué rápido! - le dije.

- No, lo que pasa es que tu eres muy lenta. - me respondió socarrón. - ¿Estás lista ya?

- Si - afirmé con ilusión, por fin iba a ver el mundo exterior y salir de esa mazmorra.

- Pues vámonos - extendió la mano hacía mí y la aferré con fuerza lo cuál hizo que aumentara, más si cabe, su sonrisa.

Salimos de casa cogidos de la mano, no sabía si eso estaba bien, pero ya no sabía que estaba bien o mal así que me decidí el disfrutar el momento. Paseamos por calles tranquilas hasta que la noche se nos echó encima. Yo disfrutaba del paseo pero él a medida de que pasaba el tiempo le cambiaba la forma de ser, se volvía más tenebrosa y oscura. ¿Qué pasaba por su cabeza?

sábado, 18 de mayo de 2013

Capítulo 5

Corriamos a escondernos en cada esquina que había y yo no sabía por qué. Lo único que sabía era que me dolía todo y que a cada paso que daba era como correr sobre cuchillos al rojo vivo. Llego el momento en el que una lágrima se me escapó del ojo con tan mala suerte que Zeev la vió caer.

- ¿Te duele mucho?

- No - dige intentando convencerme más a mi que a él.

- No se debe mentir. - me sonrió - Ya estamos cerca, ven aquí - me subió a su caballito y emprendimos de nuevo la marcha, esta vez yo iba más comoda.

- ¿A dónde me llevas?

- Veo que sigues sin recordar nada. - suspiró - Te llevo a un lugar seguro, ya lo verás.

- Gracias, por todo. - Cerré los ojos y me dejé llevar.

Los abrí, encontrandome de nuevo en mi habitación. Era coña, ¿no? Ya empezaba a tocarme las narices que cada vez que cerrara los ojos fuese como si cambiara a una realidad paralela. ¿Sería eso? Realidades paralelas. Era totalmente tangible, una completa locura pero tangible.

- Bien, estás despierta. - Will entró por la puerta con una bandeja en mano llena de cosas deliciosas. - Dormiste toda la tarde, asi que te he hecho la cena.

- Muchas gracias, pero apenas tengo apetito.

- Como quieras, pero lo dejo aquí por si te entra hambre después. - Me dedicó una sonrisa dulce y me acarició la mejilla.

- Por cierto creo que ya se de dónde salió el naipe. Te parecerá una locura pero salió de un sueño mío, creo.

- ¿Un sueño? ¿Y cómo es ese sueño?

- Pues es como una ciudad pos apocalíptica, no hay nadie y estoy junto a un chico...

- ¿Cómo es el chico? - me interrumpió.

- Pues, alto, moreno, musculoso y tiene los ojos de color oro. Y se llama Zeev. - la cara se le ensombreció.
- Ya veo...

- ¿Tiene relevancia cómo es el chico? ¿Conoces a Zeev? - se me encendió la bombilla.

- ¿Cómo lo voy a conocer? Es tu sueño. Tengo que marcharme, no salgas de casa. - me besó la frente, cogió su abrigo y se fué cerrando trás de si la puerta principal con llave, supongo que para asegutarse de que me fuera imposible salir.

Cuántas prisas de repente. Algo olía a podrido en ese asunto. Will era muy lindo y me trataba como una reina, pero mentir no era su fuerte. ¿Por qué tenía tanto interés repentino en Zeev? ¿Sería que realmente existia fuera de mi cabeza?

Jo, eso era horrible, tener la impresión de saber que tienes las soluciones a los enigmas en tu cabeza pero no poder llegar a ellos. Es como un gran rompecabezas que está borroso e indefinido, no puedes juntar las piezas aún que lo intentes siempre va a haber alguna pieza mal colocada. Tendría que investigar a fondo toda mi vida hasta aquel día para ir despejando lagunas. Tenía mucho trabajo, así que me puse manos a la obra.

Rebusqué por la casa adelante y puse en un montón todos aquellos objetos que podrían aclararme algo, en su mayoría álbumes. Me senté en el sofá delante de el montón y me dispuse a descubrir lo que se escondía bajo las lagunas de mi mente. Abrí el primer álbum de fotos y lo q vi no lo pude creer. Las fotos estaban tan borrosas como mi cabeza. Rápidamente me apoderé de el siguiente álbum con aprehensión, lo abrí. Igual, ninguna foto me decía nada, todo eran fotogramas difusos y blanquecinos.

Algo raro pasaba. Era imposible que en ninguna parte de la casa hubiera un recuerdo nítido. Pero era así, por más que busqué por todos los rincones no encontré nada. ¿Acaso el sueño era esta vida? Me sentía dividida y confusa, no podía vivir dos vidas totalmente separadas pero conjuntas al mismo tiempo. En un lugar me querían asesinar por el mero hecho de existir y en el otro era una enferma sin pasado cautiva en su propio apartamento. Entonces, allí sentada en el suelo, rodeada de recuerdos inconcretos, tomé la decisión de que me había vuelto completamente loca, pero siempre he sido curiosa así que si el sino quería jugarmela yo no pensaba rendirme tan pronto, sino que pelearía si hiciera falta y vería el final de lo que había latente en un futuro no muy lejano.

sábado, 11 de mayo de 2013

Capítulo 4

- Explícame eso de por qué me he declarado la guerra a mi misma. - le solté escéptica.
Se encogió de hombros y se levantó.

- Supongo que tirada en esa cama nunca lo vas a descubrir, porque ya te dije que, a no ser que consigas la manera de hacerme hablar, de mi boca no saldrá nada.

- Pues ya podrías. - dije levantándome de la cama. - ¡Auch! - me dolía todo el cuerpo, las heridas que creía soñadas hay estaban, dispuestas a molestar cada movimiento que hacía. Estaba vendada totalmente, miré interrogante a Zeev pidiendo una explicación.

- Hice lo que pude pero no hago magia. Tu carrera de ayer fue bastante accidentada.

- Entonces no fue un sueño. - recordé la sangre, la mirada de esos hombres, todo lo que había creído un sueño. - Mataste a esos hombres, volviste de la muerte... ¿Qué hiciste para...?

No respondió, solo se acercó a mi y me dedicó una profunda mirada que me dejó tiesa y dijo:

- No me arrepiento de lo que he hecho y haré. Y si es por ti aún me arrepiento menos. Tu lo único que tienes que hacer para seguir viva y estar bien es hacerme caso...

- ¿¿Seguir viva?? - lo interrumpí.

- Si, en este lugar nada es lo que aparenta ser y tu, por decirlo de algún modo, eres un cuerpo extraño así que lo que intentará todo el mundo es sacarte del medio. Y la única forma de hacerlo es atraparte e incluso llegar al punto de matarte.

- ¿¡Matarme!? - repetí sobresaltada.

- Exacto y lo harán por todos los medios que tengan, querrán verte sufrir hasta tu último aliento. Así que movámonos.

Me ayudó a levantarme y a vestirme. No me había percatado hasta ese momento, pero ese no era mi cuarto, esa no era mi casa. Nos encontrábamos en algún sitio que yo no conocía. Salimos de aquella habitación a un pasillo medio derruido. Seguí a Zeev por el pasillo, íbamos muy pegados a la pared y me hizo señas de que guardara silencio hasta nueva orden. ¿Por qué? El miedo que sentía en ese momento era considerable, me temblaba hasta partes de mi cuerpo que ignoraba que pudieran temblar.

Después de recorrernos el edificio entero salimos a la calle. Era como si una bomba hubiese explotado en todo el mundo. ¿Estaba en un mundo pos-apoteósico? No tenía ni idea y por miedo a abrir la boca no le preguntaba a Zeev. Corrimos rápido hasta estar encubiertos otra vez en la entrada de otro edificio abandonado y derruido. Me dolía todo pero tenía que hacerlo. Me era muy poco creíble lo que me acababa de soltar Zeev de que me querían ver muerta, pero en mi caso no tenía oportunidad de discrepar de ello. Si no le creía ni le hacía caso moriría y si le hacía caso tendría dos finales: uno, descubriría que es verdad y continuaría viva o dos, descubriría que es mentira y simplemente le seguiría el juego a un loco. No tenía nada que perder, pero viendo el panorama mejor hacerle caso.

Zeev no me daba pié a desconfiar de él, y no lo iba a hacer. Era mi único apoyo en ese momento y aún que fuera un clavo ardiendo me aferraría a él con todas mis fuerzas.

jueves, 9 de mayo de 2013

Capitulo 3

Estaba en shock. Tenía marido o novio, opción que decidí que era la correcta ya que ninguno de los dos llevaba alianza. ¿Qué estaba pasando?

Will se separó de mi y se sentó en la silla contigua, agarrándome de la mano.

- ¿Cuánto tiempo hace que quieres hacer eso? - pregunté inocentemente.

- Más de lo que crees. - me dijo acariciándome la mejilla como si fuera de cristal - Me encanta verte otra vez con vida en los ojos.

Se que pensaréis que estoy loca por dejarme, pero algo me decía que estaba bien, que nunca me haría daño, que no me mentiría  Dejé esos pensamientos de lado para centrarme en lo que me había estado comiendo la cabeza. Pensé que ya que él me había estado cuidando, seguramente había sido Will el que había dejado la carta encima de mi mesilla, así que me decidí a preguntarle sobre ello.

- Will, ¿dejaste tu este naipe en mi mesilla? Es que al despertar hoy me la encontré y como dices que tu estuviste a mi lado tanto tiempo, pensé que...

- Yo no fui. - me dijo quitándomela de las manos muy serio para inspeccionarla. - Y nadie a entrado en este piso. Yumi, por si acaso no salgas de casa, por favor.

- ¿Por qué? - protesté.

- Porque sí, hazme caso. Todo lo que hago y digo es por tu bien, para protegerte. - me acarició la mejilla y añadió - No quiero volver a perderte.

Lo miré a los ojos, no eran los ojos dorados que me rondaban por la cabeza, pero eran hermosos igualmente. Transmitían serenidad y, sobretodo cuando me miraba a mi, amor. Will me trataba como si me fuera a romper en cualquier instante, y sus verdes ojos lo transmitían aún que el quisiera disimularlo.

- Lo se, Will. Pero créeme cuando te digo que no me vas a perder. ¿Ves? - dije levantándome y sentándome de nuevo en su regazo. - Soy de verdad, estoy aquí contigo y no me pienso ir.

Si soy sincera no se por qué me comportaba así, yo no soy una lobona ni nada de eso, pero algo me hacía ser "diferente". Pero poco me importaba. ¿Por qué obcecarme en buscar al chico de un sueño, cuando tenía a uno de carne y hueso a mi lado, que estaba dispuesto a luchar por mi?

- "Porque no soy de un sueño, soy tan real cómo él" - sonó la voz de el muchacho de anoche en mi cabeza.
Debí de palidecer porque Will me agarró más fuerte al sentir que perdía las fuerzas y me dijo:

- ¿Estás bien?

- Debo de seguir débil. - forcé una sonrisa - ¿Me llevas a la cama, por favor? - dejé caer mi cabeza en su cuello y me agarré a el, sintiendo su olor.

- Claro. - me aupó y me llevó a la habitación. Me sentía bien allí, tan bien cómo me había sentido en los brazos del otro chico. - Duerme un rato, haber si se te pasa. - sonrió, me acarició la cara y me besó - Sueña.

Cerró la puerta tras de si. Otra vez yo sola en esa cama, en esa habitación, apresada por un cansancio repentino que me impedía mantener los ojos abiertos y con la misma palabra de despedida: "Sueña". ¿Cuál era el sueño y cuál la realidad?

- Despierta bella durmiente.

- ¿Will? - dije abriendo los ojos e incorporándome.

- No, y no se te ocurra llamarme así. - no, por supuesto que no era Will. Era el chico de los ojos dorados, sentado en la cama y mirándome con una mirada que no lograba descifrar.

- Entonces, ¿Quién eres? ¿Qué mierda está pasando? ¿Dónde está Will?... - mi lista de preguntas era interminable, pero me paró con el simple movimiento de ponerme un dedo en los labios.

- Las preguntas una a una. ¿Quién soy? Eso ya te dije que lo adivinaras - intenté protestar, pero me volvió a impedir hablar - pero, como veo que no te apetece jugar, te lo voy a poner más fácil. Mi nombre es Zeev.

- Qué raro es tu nombre.

- El tuyo tampoco es que sea muy normal, Yumi. - mi nombre lo pronunció con un tono de rintintín, pero realmente tenía razón. - Siguiente cuestión, ¿qué te está pasando? De eso tengo respuesta, pero lo tendrás que descubrir tu solita. Y Will... - lo dijo con asco, como si odiara a Will - Aquí no está.

- Tengo la impresión de que sabes más de lo que dices. Dime más - exigí.

- Puede... Pero no te voy a decir más. - se me acercó peligrosamente - Si quieres saberlo, házmelo decir.
- Tentador... Te gustan mucho los juegos y las adivinanzas, ¿verdad?

- No me desagradan.- me besó. Ya me estaba a empezando a acostumbrar a que me besaran porque sí - Sigueme y llegarás a la respuesta sobre qué pasa con tu vida.

- ¿Tu..? - y en ese momento caí - ¡El naipe! Fuiste tu.

- Podría decirse que fue influencia mía. Cada símbolo de la baraja tiene su significado. Los corazones son el clero, los diamantes son la economía, los tréboles son el pueblo y las picas el ejército.

- Tu me diste el de picas, el ejército. ¿Significa guerra? - Zeev asintió - ¿Pero contra quién?

- Contra ti misma - respondió él, dándole voz a los pensamientos de mi cabeza.