martes, 30 de julio de 2013

Capítulo 12

Caminamos deprisa, aunque no lo suficiente como para agotarnos en condiciones normales pero no nos encontrábamos en dichas condiciones. Yo estaba perdiendo mucha más sangre de la que había pensado. Me empezaba a marear, pero Zeev no disminuía la marcha. Supongo que notó que casi me llevaba a rastras por lo que en un fuerte y rápido movimiento me aupó en sus brazos.

- Por favor, Yumi, aguanta. Por favor... - el sonido de su voz se hacía lejano. Mi visión era borrosa, la cabeza me dolía y el bamboleo del rápido paso que llevaba él no ayudaba. ¿Lo que pasó a continuación? Negro.

¿Habría muerto desangrada? ¿O estaba inconsciente? No lo sabía. Lo único que podía sentir con perfecta nitidez era un dolor de cabeza impresionante. Abrí poco a poco los ojos. Buen paso, eso demostraba que no estaba muerta. Me encontraba en una cama. En mi cama. Miré a mi alrededor, todo estaba igual a excepción de la silla a la vera de la cama con un muchacho rubio sentado en ella. Will estaba dormido sentado en la silla con la cabeza sobre la cama cansado de esperar mi despertar. Era tan tierno. Parecía un pequeño niño dormidito en el regazo de su madre. No pude contener el impulso de acariciarle la mejilla. Era suave y cálida. Abrió sus ojos verdes con lentitud. Sonrió tranquilo y tomó mi mano con cariño manteniendola en donde se encontraba.

- Hola - le saludé.

- Yumi, menos mal. - se incorporó lentamente y me abrazó. Sentí algo como cuando abracé por impulso a Zeev. Una sensación se alivió porque no estás sólo. Está alguien contigo. - Como te volvieras a ir de mi lado me moriría.

- Ya te dije que no me iba a ir- sonreí. Le apreté más fuerte en aquel abrazo, no me quería mover, separarme de ese muchacho pero tenía algo que mi cerebro deseaba saber sin demora alguna así que me separé lo suficiente como para poder mirarle a los ojos y continué hablando. - Will, ¿qué pasó? Me refiero a el ataque de aquel muchacho, cuando me desmayé. - pregunté seria.

- La verdad es que fue todo muy rápido. No podía ver cómo el personaje ese te estaba tratando. Me cabreé y no pude evitar el lanzarme a partirle la cara. Te tiró y te quedaste hay tirada, en el suelo, lo que hizo que me asustara y no se... Era más fuerte que yo pero le sorprendió mi reacción así que cuando nos dimos separado él salió corriendo, como siempre hace.

- ¿Lo conoces? - le interrumpí.

- Si, su nombre es Jesse. Es el hijo de un alto rango del ejército. Fue un gran soldado pero le entraron aires de grandeza y traicionó a su patria por un ideal estúpido. Lo que le hizo perder todo lo que tenía. Ahora anda por las calles como un vagabundo fugitivo. - me explicó tranquilo.

¿Jesse? ¿Por qué me había mentido? Yo no sabía nada de nada y él se dedicó a mentirme hasta con su nombre ¿Cuánto más de lo que me había dicho era verdad? Ya no le podía creer. Un sentimiento de desilusión invadió mi corazón. No sabía porqué me sentía así. Tampoco lo conocía tanto como para que me doliera tanto que me hubiera mentido. Entonces miré a los ojos verdes que me miraban con curiosidad preguntándose que si seguía en este mundo. Ese chico que no me había dado dolores de cabeza y que cuando lo he nesitado había estado hay ayudándome.

- ¿Estás bien? - preguntó acariciándome la mejilla.

- Si, gracias por todo Will - dije dejándome llevar por el roce de su suave mano contra mi piel.

Capítulo 11


Allí me encontraba yo. Tirada en el suelo con un brazo inservible, casi desmayada del dolor y con el corazón en un puño por la pérdida de la única persona que sabía lo que me ocurría en realidad. Zeev había sido atravesado con el arma de su propio padre y había desaparecido, dejándome sola y sin saber que hacer.

Un fuerte agarre se cernió a mi pierna y me arrastró hacia aquel agujero que me sacaría de aquella pesadilla o me llevaría a otra peor, aunque peor de lo que me sentía en ese momento jamás me volvería a sentir. Me deslizé por el como si fuera un tobogán cayendo finalmente en un gran montón de ropa vieja y llena de polvo, como abandonada. Supuse que me habría caído por un viejo conducto de lavandería. Miré a lo que me había llevado a aquel lugar, ese agarre misterioso. Era Zeev.

- ¿Estás bien? - me preguntó preocupado.

- Idiota. - las lágrimas empezaron a brotarme de los ojos. Me lancé a abrazarlo. No era normal en mí que hiciera algo como eso, pero yo ya no sabía lo que era normal o no, así que me dió igual. - Ya van dos veces que te me mueres. No me vuelvas a dar un susto así.

- Lo siento. - sentí sus brazos rodeándome la cintura. - Lo siento muchísimo. - Me juntó más a él con mucho cariño. - Me asusté cuando hiciste esa tontería. - me quejé al poco contacto que tuvo con mi brazo herido. Me separó rápidamente y observó mi brazo con culpabilidad. Aparté mi brazo y fui en busca de esa herida de espada que a cualquiera le habría impedido volverse a levantar.

- Estoy bien - le dije rotunda - A mi no me han clavado una espada. Tenemos que encontrar algo para taponar la herida, sino morirás.

- No, Yumi. No me pasa nad... - le saqué la camiseta manchada de sangre dejando al descubierto su torso desnudo. Intentó resistirse pero esa pequeña disputa la gané yo.

Era el cuerpo más perfecto que vi en mi vida. Tenía pequeñas cicatrices que se notaban al tacto. Y en vez de la gran herida que yo me había imaginado solo había un pequeño corte.

- No es posible,  vi como te sobresalía la punta de la espada. Te atravesó - le miré a los ojos pidiendo explicaciones.

- Soy una rata de laboratorio, recuerda. Puede que me quedara algo traumatizado con lo que vi allí pero también tiene su lado bueno. Soy capaz de moverme más velozmente que una persona común y me curo muy  rápido. Pocas cosas pueden hacerme daño. - Me explicó mientras volvía a vestirse y volvía en busca de mi brazo para observar el daño provocado por la esquirla del mueble. - Aquí no es conveniente curarte, no es muy limpio sacarte esto en un lugar que nadie a pisado en años. Vamos, aquí no nos podemos quedar. - me cogió de la mano y empezamos a caminar para salir de aquel lugar.

Me aferré a ese agarre como si me fuera la vida en ello. Zeev lo notó y me pasó el brazo por encima y me besó la frente. Realmente no sabía porqué me sentía así; era como si me costará separarme de él, pero al mismo tiempo era el muchacho que quiso acabar con mi vida. Pero esos ojos dorados mirándome con tanto cariño y preocupación por cualquier rasguño que podría haberme hecho, no se, me provocaban una extraña sensación de alivio porque esté a mi lado. Era como un sentimiento enterrado y destinado a seguir viviendo dentro de mi misma; borroso e inalcanzable.

miércoles, 24 de julio de 2013

Capítulo 10

En medio de aquel amasijo de balas volando y polvo levantado, en plena carrera hacia la salvación recé a cualquier cosa que pudiera escucharme para que obrara el milagro de que pudiéramos salir de allí vivos y a poder ser lo más enteros que se pudiera.

No pude ver lo que hacía Zeev, pero por lo que se oía no debía de ser muy agradable a la vista. Continué mi carrera hacía la salvación con un nudo inmenso en el estómago por culpa del bienestar de mi compañero. Pero si quería que saliéramos vivos y prácticamente enteros tenía que centrarme en mi objetivo que consistía en abrir un paso para poder salir de allí. Al llegar al mueble que taponaba nuestra salida lo empujé con todas mis fuerzas pero no se movió ni un ápice. Me cubrí con un sillón para evitar que los disparos me alcanzasen. En ese momento aproveché para ver el complicado baile fugaz que mantenían Zeev y el General. Se movían con mucha rapidez y agilidad. Zeev se había hecho con una barra de metal, o algo así, y bloqueaba con gran maestría los envistes de su padre. Las chispas volaban en el aire en cada beso que se proferían los metales a su encuentro.



El ambiente estaba cargado del olor a pólvora, proveniente de las armas que disparaban a mi ubicación sin apenas darme un segundo para respirar. Entonces una imagen se abrió paso por mi mente rápida y veloz. Era como un flashback en el que me encontraba en una situación muy parecida, disparos, chispas... Pero la mayor diferencia era que Zeev no iba en mi bando, sino que en el contrario. Su arma apuntaba hacia mí y su tez morena era resaltado por el uniforme blanco que llevaba puesto. ¿Era un soldado? No me lo podía creer. Aunque esperé a que solo fuera un vil engaño de mi mente.

Dejé mis ensoñaciones para otro momento más oportuno y me propuse embestir aquel asqueroso mueble con todo lo que tenía para poder moverlo pero me detuve. Los soldados habían obtado por usar munición más potente, pero no la usaban contra mí. Disparaban contra Zeev. Intenté observarle mejor pero no pude, ya que se movía con una velocidad inhumana. Pero eso no impedía que las balas le dañaran. Solo pensaba en que tenía que sacarlo de allí ya. Y mi mente se iluminó. Puede que yo no sola no podría apartar aquel mueble, pero los soldados con sus armas sí.

- ¡¡Eeh!! - grité con todas mis fuerzas, delante de aquel armario. Los soldados dejaron de disparar a Zeev y se giraron en mi dirección, armas a punto para matarme sin demora.

- ¡No! - Zeev se había vuelto hacía mi al tiempo que los soldados, descuidando su retaguardia. El General aprovechó ese momento para introducir su larga espada en el costado de Zeev. Gritó de dolor, pero poco más pude ver y oír, puesto que un soldado apretó el gatillo de su arma y un proyectil viajó a toda velocidad hacia mi posición. Me tiré al suelo y tal como había planeado el mueble se quedó reducido a trozos, que se esparcieron por el suelo haciendo un ruido metálico. Sentí un fuerte dolor en el brazo izquierdo. Observé la fuente de aquella molestia y vi que una esquirla de aquel mueble de metal me había alcanzado y lo tenía clavado en mi brazo. El dolor era insufrible y me dolía horrores el hacer cualquier movimiento, debía de tener ese trozo bien clavado. Mi brazo estaba teñido de rojo brillante. Se me pasó por la cabeza que pudiera perder mucha sangre por si hubiera perforado alguna vena importante, pero por la cantidad de sangre no me moriría por aquella herida. Después de ver que sobreviviría miré hacía la salida para ver que tal había salido el plan, bingo. Había sido todo un éxito, allí se encontraba un hueco lo suficientemente grande para salir por él.


Con el corazón en un puño me volví para ver que había pasado con Zeev. Pero ya no estaba donde lo había visto por última vez. En esa parte de la habitación se escontraban los soldados, disparando hacía el lugar en donde estaba yo, y el General. Este se encontraba impertérrito, sereno, con la espada, chorreante de sangre brillante y fresca, baja; como si ya diera por terminado aquel encuentro. No vi a Zeev por ninguna parte. ¿Donde estaría? ¿Habría muerto? ¿O me abría abandonado a mi suerte?

martes, 18 de junio de 2013

Capítulo 9

- Cuando empezó esta era tecnológica empezó en su gran auge, una especie de tiranía en la que los científicos tienen el poder y lo utilizan para investigaciones, en ocasiones nada éticas, se desarrolló. - comenzó Zeev a relatar, aunque la última parte lo dijo en un tono oscuro. - Y la cosa empeoró cuando el Doctor Damon Gallager se convirtió en presidente. La clase media se empobreció rápidamente y la clase baja era utilizada como ratas de laboratorio. - estaba tenso y por poco las manos le sangran de lo apretadas que las tenía.

- Pero no lo entiendo. ¿Cuándo ha pasado eso? ¿pasó cuando estaba en coma?- le interrumpí.
Me miró largamente y con profundidad. Sabía algo que le daba mucho miedo decirme por alguna extraña razón. No se si sería por el bien de mi salud mental o por mi salud física, pero en todo caso prefería acabar con esa horrorosa sensación de ser la persona que menos sabe en todo el mundo, esa sensación de ignorancia total. Puede que si me dice lo que deseo saber acabe mal pero, al fin y al cabo, la curiosidad mató al gato.

- Así que eso es lo que te ha dicho - Zeev rió amargamente. - La verdad es que se lo ha montado muy bien.

- ¿Quién? ¿De que estás hablando, Zeev?

- Escucha, lo que te está ocurriendo es a causa de una obsesión por un lunático pervertido. Esa persona es la que le ha dado la vuelta totalmente a tu vida. Yo perdí por su culpa muchas cosas, y juro que se lo voy a hacer pagar. - me agarró las manos con cariño, y me hizo esa especie de promesa que yo aun no entendía.
Su proximidad ya no me aterrorizaba, de hecho tenía el sentido contrario, aunque mi cerebro me gritaba desesperadamente que eso era peligroso. Era muy extraño estar junto a él. Todos los sentimientos que sentía cuando estaba con él eran contradictorios. No sabía el porqué pero Zeev era la horma de mi zapato. - No debo decirte más. Sé perfectamente la impotencia que sientes pero tienes que hacer las cosas por ti misma y descubrir lo que te ocurre, ya te lo dije de otra vez...

- Es irritante cuando una rata como tu habla demasiado. Me cabrea mucho, 666. - la voz era oscura y muy profunda. Salieron de las sombras unas figuras de un grupo de hombres de blanco nuclear y con una especie de armas que parecían que con ellas podrías destrozar una montaña. El hombre que había hablado era el que parecía el jefe. Era de un tamaño considerable, era muy robusto y de cabello azabache como Zeev. El sujeto no llevaba una pistola como los demás, sino que llevaba una espada o algo así. - Sabes que le tengo que llevar tu cabeza y a la chica al Señor Gallager, si no también pedirán la mía.- estaba aterrorizada no, lo siguiente. ¿Quién me quería y por qué? Zeev estaba colocado entre el gran hombre y yo, haciendo de escudo. - Lo siento, si te hubieras estado quieto hace mucho no estaríamos en esta situación.

- Si no me hubierais usado como experimento tampoco, padre. - dijo Zeev con la voz que irradiaba el odio y el desprecio mayor del mundo. ¡¿Experimento?! ¿Su propio padre le quería matar? - Y además tu mismo fuiste uno de los que me creó y sabes perfectamente que no vas a poder cogerme ni vivo, ni muerto. Aunque seas General del ejercito, sigues sin poder atrapar a tu propio hijo.

- Cierto, pero ahora no sólo escapas tu, tienes a un polizón. - dijo apuntándome con la punta de la espada. Zeev extendió el brazo para evitar un posible ataque. - Aparte no es necesario atraparos a los dos a la vez, puedo hacerlo por separado. - la mirada del hombre se ensombreció y comenzó a adoptar una posición de ataque. Lentamente Zeev se preparaba para salir huyendo de allí. Yo no sabia que hacer, lo único que pude hacer fue buscar una salida con la vista, pero no vi nada.

La misma sensación que me inundo el alma y el corazón cuando "Zeev" nos había atacado estaba volviendo a correr por mi sangre invadiendo cada parte de mi cuerpo con desesperación y miedo. La sensación de impotencia  me hacía caer en una espiral de sensaciones horribles. Me quería derrumbar, tirar en el suelo a llorar y gritar que por favor no me mataran ni me hicieran nada; pero no podía hacerlo, no debía dejar que esos desconocidos vieran que era débil, no lo era. Trate de autoconvencerme de que así era, y por lo menos pude pensar con más claridad para darme cuenta de que sí habia una salida. Miré hacia Zeev y observe que pensabamos lo mismo. Detrás de un armario se veía luz, un agujero, era la salida. Intercambiamos una mirada, no se aun el porqué pero le entendí perfectamente. Mi trabajo consistía en correr hacia el hueco mientras él distraía a los atacantes.

Pasó muy rápido, Zeev se lanzó contra el General. Yo corrí lo más rápido que me dieron las piernas. Sentí las balas rozándome el pelo. El caos abatió la habitación sin remedio... ¿Saldriamos vivos de allí?

lunes, 3 de junio de 2013

Capítulo 8

Abrí los ojos lentamente, me dolía la cabeza del golpe, así que cada movimiento que hacía era como si me clavasen mil cuchillos en el cerebro. Cuando se me despejó la vista vi a un muchacho dormido enfrente mía, los mechones azabaches que le caían por la cara le daban un aspecto si cabe más infantil. Pero no era cualquier muchacho, era el mismo que me había intentado asesinar y que ahora dormía tan plácidamente agarrado a mi cintura como si no pasara nada.

No, como si no pasara nada no. ¿ Y si volvía a intentar matarme? ¿Y si pasaba algo peor? ¿Y si...?
Lo único que sabía es que no tenía a nadie para defenderme en ésta ocasión y que no me iba a quedar a averiguar que pasaría. Me aparté de Zeev con el máximo sigilo que pude, pero aún así lo notó. Se incorporó rápidamente y sacó un cuchillo con tal velocidad que si mi mente estuviera más tranquila me hubiera preguntado de dónde lo había sacado. Pero en esos momentos estaba tan sumamente asustada que lo único que pensaba era que mi vida se acabaría en ese instante, como seguramente habría pasado con Will. Grité e intenté apartarme lo más que pude pero una pared impedía mi escape, lo que me puso más nerviosa.

- Tranquila - Zeev guardó el cuchillo mientras avanzaba hacia mí. Grité aún más y se detuvo en seco. ¿Qué pretendía, acercarse haciéndose el bueno y después atacarme con el cuchillo? - Yumi, no te voy a hacer nada.

- ¡¿Nada?! ¿Tu a ponerme un cuchillo en la garganta le llamas nada? Y además lo que habrás hecho con Will. - le respondí llorando como una magdalena. No podía callármelo.

- ¿Will? ¿Ponerte un cuchillo en dónde? Yo nunca te haría algo así. - protestaba desconcertado - ¿Pero de que estás...? Ah... - parecía que se le acababa de encender la bombilla. A saber lo que le había hecho a Will como para haberlo olvidado. Bajó la cabeza y se puso a rosmar algo por lo bajo, que no entendí, que llevaban las palabras "mierda" y "Will". Me miró de nuevo y dijo - No, te equivocas la persona que os hizo eso tanto a ti como a Will no soy yo. Es que es difícil de explicar. Solo confía en mí, me cortaría los dedos uno a uno yo mismo antes de hacerte daño.

- Pues no, no me fío de ti. Eras tu, no hay otra persona en el universo con esos ojos.

- No era yo. ¡Mírame! - Con un rápido movimiento agarró mis muñecas y se acercó para que observara sus ojos más de cerca. Me revolví aún que no sirvió de mucho puesto que era obvio que tenía más fuerza que yo.

No se. Los ojos que tenía en ese instante delante eran indudablemente del mismo color, pero la forma de mirar era la que yo recordaba antes de que me atacaran. La mirada que me profesaba era dulce y cálida, no fría y lujuriosa. Para nada rondaba lo tenebroso. ¿Pero por qué era igual y diferente al mismo tiempo? Después de un silencio incómodo bajé la mirada y dejé de forcejear, rindiendome a Zeev por completo. Él, en contraste con lo que yo me esperaba, cerró los ojos y  apoyó su cabeza sobre mi pecho, exhausto.

- Yumi, no se lo que te pasó, pero no podré vivir si no me dejas acercarme. No se vivir sin ti. Sé que tu no recuerdas nada, pero yo lo sé todo sobre ti. Y no puedo imaginar el estar otra vez yo solo, te necesito mucho más de lo que te puedas llegar a imaginar. Aún que no te fíes de mi déjame estar cerca para ver por mis propios ojos que no te pasa nada malo. No te tocaré si no quieres, pero necesito que me entiendas. - la voz con la que pronunció esas palabras era quebradiza, como un niño que evita el llorar y no lo logra.

- Te permito estar cerca, pero entiende cuando desconfío de ti. - levantó la cabeza y mis sospechas se confirmaron ya que tenía los ojos rojos y húmedos. - Dices que me necesitas pero solo te conozco de hace días, y ni siquiera sé si son días u horas porque según cierro los ojos paso de estar contigo a estar en cualquier otro lugar. No entiendo nada de lo que me ocurre y tu sabes lo que me ocurre y no me lo dices. Ahora lo que quiero son respuestas, no protección.

- Lo siento... - se retiró de encima mía y se sentó enfrente tapándose la cara con las manos. - Ya es hora de que te de una explicación. - me miró con intensidad al decir eso. El silencio que le siguió a esa frase me pareció una eternidad.

lunes, 27 de mayo de 2013

Capítulo 7

La noche nos envolvió como una madre arropa a su hijo al ir a dormir. Caminábamos del brazo, tranquilos, por las calles pacientes que horas atrás bullían del trajín de la vida en la ciudad. Casi nada me sonaba y las pocas cosas que si lo hacían eran extrañas, como incompletas, les faltaba algo. Como todo cuando estaba con Will, todo a mi alrededor estaba completo aparentemente, pero a la vez le faltaba como de realidad. No lo sabría explicar, era extraño.

Iba cavilando esas ideas en mi cabeza que ni cuenta me dí de que al doblar una esquina no estábamos solos.
Todo lo que pasó fue tan rápido y sin sentido que apenas se que ocurrió en realidad. Simplemente sentí una gran fuerza que me separaba de Will y momentos después tenía un brazo fuerte y musculoso agarrándome con fuerza, evitando que pudiera separarme del cuerpo de su propietario. Forzajeé para librarme de la presión de su abrazo, pero solo conseguí que esa presión aumentara más. Intenté gritar pero una mano impedía que el sonido saliera con toda la potencia que yo pretendía. Me mantuve quieta en cuanto sentí un contacto de un afilado y frío cuchillo en ni cuello que amenazaba con rajarme la garganta si no paraba.
Busqué a Will con la mirada y vi que miraba a mi contrincante con una mezcla en su mirada de  desafío y miedo.

- ¿Qué quieres? Te daré lo que quieras, pero no le hagas nada. - dijo levantando las manos en señal de paz, una paz que a  mi secuestrador le pareció más graciosa que tranquilizadora, puesto que empezó a reír.

- Típica respuesta, ¿y crees que con eso me vas a evitar hacer lo que me da la gana? - preguntó socarrón con una voz que yo conocía muy bien, ya que la escuchaba en cada sueño que tenía últimamente. Y me fijé en el color de su piel morena, en su olor... Y entonces me volteó sin sacar el cuchillo de mi cuello, y las pocas dudas que tenía se desvanecieron de un plumazo. El color de esos ojos eran inconfundibles, aún que la mirada no era la misma que en mis sueños. Ahora la mirada era oscura y lujuriosa, su sonrisa me medio lado mientras paseaba su mirada por todo mi cuerpo le daba un aspecto tenebroso y macabro que me aterraba. Esa persona salida de mi sueño no era el mismo, o eso me obligué a creer, porque la idea de que Zeev estuviera allí, en esa situación me era totalmente inconcebible. - Dime, capullo, ¿qué me harías si le hago algo? ¿Me matarías? - se dirigió a Will con desdén y superioridad, haciéndole un reto por le que Will apretó los puños y la mandíbula - Pues ven aquí e inténtalo, pero en cuanto muevas un músculo le rajo el cuello y sería una desgracia, la verdad - lo dijo descendiendo un dedo desde mi cara, dónde estaba aposentado, hasta mi cuello. Recorriendolo con como con deseo, que me puso la piel más de punta de lo que ya la tenía.


¿Qué estaba ocurriendo? ¿Por qué el muchacho que tenía delante mirándome con unos ojos dorados llenos de oscuridad, una oscuridad tan profunda y tenebrosa que provocaba que me inundara un miedo aterrador? Zeev, el chico que me había salvado una vez ¿quería arrancarme la vida ahora?

Me sentía tan impotente ante esa situación que no pude evitar que gotas de agua brotaran de mis ojos, Zeev en vez de apenarse o liberarme algo de su maldito abrazo, comenzó a reírse, una risa aguda y de lunático, y aumentó la presión del cuchillo provocando que un hilillo de sangre comenzara a chorrear por mi cuello.

- No creas que con lágrimas de cocodrilo engañaras a nadie. - susurró acercándose a mi oreja.

Miré como pude a Will, y la expresión de él era de todo menos amistosa. Comenzó a correr hacía nosotros, eso a Zeev lo tomo por sorpresa, así que gracias a dios su reacción no fue rajarme en ese mismo instante, si no que me empujó hacía la pared, haciendo que me golpeara la cabeza contra la pared, perdí el sentido.

martes, 21 de mayo de 2013

Capítulo 6

Me hallaba sentada reflexionando por lo que no oí el girar de la llave en la puerta y una figura entrando en silencio en la estancia hasta que la figura habló.

- ¿Qué estás haciendo? - Will estaba detrás de mirándome con una mezcla en la mirada de recelo y curiosidad.

- Tenía ganas de ver mis fotos, pero todas están como en blanco, borrosas. - contesté paseando la mirada sobre los álbumes abiertos y entonces me llamó la atención un insignificante trozo de fotografía rota y quemada. La cogí y en ella se veían con claridad unos ojos dorados y profundos... - ¿Zeev? - fué un susurro apenas audible, quise seguir observando el pedazo de papel pero Will me la arrebató rápidamente.

- No deberías estar viendo esto. Debes descansar que aún estás débil.

- Me escondes algo, y además soy yo la que decide si estoy con fuerza o no y me encuentro bien. Soy capaz de salir de casa. - le espeté levantándome del suelo para otorgarme la poca autoridad que podía
.

- De acuerdo, perdóname  - se me acercó, me besó la frente y se quedó muy cerca acariciándome con dulzura  lo tenía tan cerca que podía sentirlo entero contra mi piel, cada músculo, cada latido... - ¿Te apetece salir? Si te encuentras con fuerzas si quieres vamos a dar una vuelta.

- ¿En serio? - me quedé anonadada y por eso tenía que asegurarme de que no me llevaba a engaño. Era un cambio tan repentino de actitud que se me hacía raro, pero era a mi favor así que no me quejaba y además todo lo que estaba pasando en mi vida, por una cosa más no pasaría nada.

- Claro, vete a cambiar mientras yo recojo esto. - me sonrió de una manera tan dulce que me fue imposible no devolverle la sonrisa. Mi situación comenzaba a cambiar a mejor, o eso me parecía.

Corrí hacia la habitación dejandolo alli de píe y al volverme para cerrar la puerta no pude evitar fijarme en como miraba hacía las fotos con una expresión oscura y tenebrosa, se ponía tenso y cerraba el puño que contenía el trozo de foto que me había arrebatado con fuerza. Me pareció raro,  pero de la emoción ignoré lo que acababa de ver.

Me cambié lo más rapido que pude y salí de la habitación. Me encontre con la sonrisa dulce de Will y todo recogido.

- ¡Qué rápido! - le dije.

- No, lo que pasa es que tu eres muy lenta. - me respondió socarrón. - ¿Estás lista ya?

- Si - afirmé con ilusión, por fin iba a ver el mundo exterior y salir de esa mazmorra.

- Pues vámonos - extendió la mano hacía mí y la aferré con fuerza lo cuál hizo que aumentara, más si cabe, su sonrisa.

Salimos de casa cogidos de la mano, no sabía si eso estaba bien, pero ya no sabía que estaba bien o mal así que me decidí el disfrutar el momento. Paseamos por calles tranquilas hasta que la noche se nos echó encima. Yo disfrutaba del paseo pero él a medida de que pasaba el tiempo le cambiaba la forma de ser, se volvía más tenebrosa y oscura. ¿Qué pasaba por su cabeza?