Las puertas se cerraron con una rapidez casi incomprensible por su tamaño según cruzamos el umbral Zeev y yo. Yo estaba nerviosa. ¡¿Will?! El chico al que había creído ver era Will. Imposible. ¿Habría encontrado al Will de éste mundo o sería el mismo al que yo quería tantísimo? ¿Pasaría cómo en el caso de Zeev que eran dos chicos totalmente diferentes en un lugar y en otro? No lo sabía pero no podía saberlo en la situación que tenía entre manos en ese momento.
Todos se reunieron en la sala principal a esperar nuestros informes de lo que acababa de ocurrir en la superficie. Al llegar nosotros hubo un silencio de atención.
- ¿Cuantos son? - preguntó Alec con sus ojos azulones, normalmente alegres, serios y oscuros debido a la presión del momento.
- Por lo que vimos, muchos. - dijo Zeev con un tono de voz oscura.
- Por lo que se ve por las cámaras hay unas dos docenas o más. - comunicó Tomás desde delante del monitor. - Y como "manda más" no os imagináis quien está. - giró su mirada hacia el grupo. Todos, excepto yo, casi saltaron para verlo.
- Estamos perdidos... - soltó Anne, agachándose a abrazar a la pequeña Julie.
- El Capitán McConaughey me lo esperaba, pero el no. - saltó Alec.
- ¿Quién? - intenté acercarme al monitor pero Zeev me lo impidió.
- William Gallager, el hijo del presidente de esta mierda de lugar. - dijo Lya con asco
.
- La persona que más odio en este planeta - susurró Zeev, pero no sin antes que le propiciara una mirada entre perplejidad y odio.
- Tengo que proteger mi investigación... - saltó Germán con una prisa anormal.
- ¿Qué investigación? ¿Las armas que desarrollas? ¿La biotecnología? - preguntó Tomás.
- Tiene que ocultar cómo me creó... - soltó Zeev sin que nadie se lo esperara.
- ¡¿Te hizo ésto Germán?! ¡¿Y por qué estás con él?! - grité sin querer.
Se oyó una explosión que provocó que el tema quedara para otra ocasión. Todos a la vez miramos la superficie. Tomás miró el monitor de vigilancia, yo miré a Zeev. No me podía creer lo que acababa de descubrir. Me parecía insólito y muy desconcertante.
- Están intentando abrir la puerta con explosivos. ¿Qué hacemos? - dijo Tomás desde su posición.
- La puerta no aguantará mucho a éste ritmo. ¿Qué hacemos, Zeev? - comentó Alec. Zeev se veía pálido y con no muy buena cara. No sabía si decirle que ordenara algo ya para ponerle remedio a éste ataque o decirle que si quería un médico. Me fijé en que la espada que nos habían lanzado momentos antes le había alcanzado en una mejilla, haciéndole un pequeño e insignificante corte. Pero el corte no sanaba. La herida seguía abierta.
- ¿Zeev? - pero no obtuve respuesta, a Zeev se le pusieron los ojos en blanco y las fuerzas le fallaron. Calló encima mía, a duras penas podía sujetarlo. Todos corrieron a socorrerle. Yo me quedé pálida.
- Llevarlo a la habitación de Germán - le ordenó Lya a Tomás y a Alec, que entre los dos llevaban a Zeev en brazos.
Anne estaba a punto de llorar y corrió junto a Zeev para estar a su lado. Julie se aferró a mi camiseta, yo la cogí en brazos y nos fundimos en un abrazo. No sé que es peor, la situación de que nuestra muerte era inminente a manos de soldados despiadados o ver a una persona que, aún estando mal él, siempre mantenía la buena cara para no deprimirte a ti, observar como está tan mal... Dos lágrimas rodaron por mi rostro... ¿Saldríamos de ésta?
Me mantuve junto a la niña, abrazándonos y calmándola lo que pude, no podía dejarla sola en ésta situación. La verdad me cabreó un poco la reacción de su madre, sé que le tiene cariño a Zeev o incluso que sea algo más de cariño, pero hay confiar en que esté bien. Mientras mantenía a la niña en brazos y pensaba en la situación Anne se acercó a nosotras y me arrebató a la niña con rudeza, lo que provocó el llanto de la pequeña.
- Vete, te quiere a ti no a mí - me soltó malhumorada y con los ojos llorosos, juntando a Julie contra su pecho para calmarla.
No le discutí, de hecho asentí y salí de la habitación con dirección al cuarto de Germán. Al llegar allí entré con una decisión que hasta entonces creí perdida. ¿Por qué tenía esa necesidad interna que me obligaba a estar así de preocupada por un chico? Había algo dentro de mi que sentía que estaba, pero que cuando lo buscaba no aparecía. Era extraño. Continué mi marcha pasando por delante de todos los que se encontraban en la habitación e ignorando sus intentos por detenerme. Traspasé esa barrera extraña y entré en el laboratorio. Germán me posó la mano en el hombro y agachó la cabeza.
- No sé como estará. He echo lo que he podido, pero no tengo ni idea si será suficiente. Por ese corte superficial le han introducido una gran cantidad de veneno, lo que ha hecho que toda su inmunidad caiga a ras de suelo. - miré en la dirección en la que Zeev se encontraba en la camilla. Y me dirigí hacia allí. Me quedé a su vera y con cariño le tomé la mano.
- Gracias, por estar conmigo - susurro en un suspiro apenas audible. Sus ojos de gato me miraban con cariño y asombro. Su palidez y el sudor frío que le recorría todo el cuerpo hacían de él un niño enfermo. Por primera vez en toda mi vida vi en su mirada miedo y dolor.
- Tu has estado más veces - repliqué.
- Cuídalos, necesitan alguien que dirija ésto.
- Zeev, oye, no hables así. Vas a ponerte bien...
- No antes de que entre el ejército. - me interrumpió - Escúchame, sigue tus instintos y conseguirás ganar. Tu lo hacías antes, recuerda como eras, lo que hacías. Se una luchadora, no una princesa - me sonrió, acariciándome la mejilla al tiempo.
- No te prometo nada, pero haré lo que pueda. - me levanté y le bese en la frente. Acto seguido me dirigí a la salida, había vidas en juego y ahora todo dependía de mí y mi instinto.
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