La enorme puerta comenzó a abrirse mientras yo palidecía y la fugura del sol comenzaba a deslumbrarme y a inundar la instancia con su radiante luz. Zeev con paso firme cruzo el humbral dejando tras de sí una figura translúcida. Intenté alcanzarlo pero las puertas fueron más rápidas que mis pasos y se cerraron con gran extuendo.
- ¡Zeev, no! - gritaba aporreando el metal con mis puños, las manos comenzaban a doler pero era la única forma que tenía de llamar la atención.
Cansada por el esfuerzo y los nervios en mi mente se iluminó otra posibilidad de poder llegar allí afuera. Corriendo lo más rápido que daban mis piernas llegué en muy poco tiempo a la sala en la que todos contemplaban la escena que mostraban los monitores, en los que hacía apenas horas se había presenciado el asesinato de la joven Anne.
- Me da igual, tu problema es conmigo, William. - decía la voz de Zeev desde el monitor a la defensiva. La imagen mostraba a Zeev en el umbral de la gran puerta mecánica, a Will a pocos metros de él aún sosteniendo en alto la espada ensangrentada y el cuerpo inerte de Anne en una esquina dándonos a los presentes un macabro recuerdo. - Yo te robe lo que tu crees tuyo, así que si buscas venganza mátame a mí.
Una risa profunda y catartica se escapó de la garganta de Will, haciendole bajar el arma y con la mano libre colocarla en sus costillas, en símbolo de que las palabras de Zeev le hacían mucha gracia.
- Muy hábil. Jesse, fuiste sujeto de un experimento del que saliste airoso, el cual te proporcionó unas capacidades de regeneración y velocidad "inigualables", según tu creador - dijo remarcando las comillas evantando la mano y encogiendo el dedo índice y corazón. - Pero... - en un segundo se encontraba delante de Zeev. Una persona normal hubiera muerto por la estocada, pero gracias a que Zeev no es normal pudo evitarla a duras penas sin un rasguño. Pero se palpaba la cara de sorpresa por la velocidad adquirida de Will, es sobrehumana. - No eres el único.
- ¡¿Pero qué has hecho?! - le grita Zeev a Will, apartándose para evitar otro ataque.
- Pues veras, investigué por mi cuenta y creé yo mismo un suero capaz de darme el poder que tu tienes. Regeneración. Velocidad. Capacidad perceptiva. Todo para lograr un cuerpo inmortal y perfecto, para lograr un don.
- No es un don William, es una maldición.
- Tu lo ves así porque no sabes apreciar su belleza. Pero el problema es que es efímero su efecto. Precisa que se reinyecte el suero en el torrente sanguíneo para su buen funcionamiento...
- ¿No fue capaz de lograr mantenerlo permanente? ¿O no quiso hacerlo? - interrumpío Germán en silencio en la sala mientras de fondo se seguía escuchando a Will decir cosas técnicas sobre su suero.
- ¿Por qué lo dices, Germán? - le pregunté intrigada por esas cuestiones.
- Porque para lograr efectos permanentes le introduje una toxina a la sustancia en cuestión que hace los efectos permanentes pero a cambio de la voluntad del sujeto. - la sala cayó en un silencio sepulcral esperando a que Germán prosiguiera. Dio un suspiro sonoro y continuó cabizbajo - De hecho al despertar de la aplicación de la sustancia, Zeev asesinó a sangre fría a guardias y científicos que le observaban. - sus palabras me petrificaron, pero continuó a pesar de mi expresión y la de todos los presentes - Dos científicos, Jonh Clirck y Nick Adel, mis ayudantes; y tres guardias que los intentaron socorrer pero encontraron la misma suerte que mis ayudantes. Desgraciadamente no llegue a conocer a esos hombres. Fue una matanza horrible, Zeev jamás se recuperó de aquello porque desgraciadamente recuerda cada acto. Nunca se perdonó a si mismo y se ha odiado desde aquella, aún que nunca más dejó que aquella sensación lo invadiera y controlara.
Por esa razón se odia y se aleja de la gente. Yo logré acercarme a él ¿Por qué? ¿Qué hice? Y al formularme esas preguntas apareció en mi cabeza la imagen de un Zeev más inestable pero igual de hermoso diciendome con dulces y sinceros ojos dorados: "Gracias, has sido la única persona a la que he intentado apartar y ha removido tierra y cielo para entenderme y mantenerme a su lado, me parece que por eso estoy enamorado de ti." Me sonrojé y preocupé más al recordar aquella declaración casta pero sincera. ¡Zeev! Volví a mirar a la pantalla después de un momento dentro de mi cabeza. Allí vuelvo a encontrar la misma imagen que estaba cuando aparté la mirada hace rato.
- Estás loco. - declaró Zeev a una distancia prudente de Will. Dios mío, es inaceptable la demencia que esconde Will en su cabeza.
- Por ella, sí. Es fácil, entregate y devuélvemela.
- Nunca.
- Pues atente a las consecuencias. Haré que pases los peores momentos de tu vida antes de quitártela a la fuerza como hiciste tú.
Con un movimiento que era casi imposible seguirle con la mirada se alejó de Zeev, provocando mucho desconcierto en todo ente presente. ¿Qué pensaba? La figura de Will aparece detrás del capitán McConaughey, los ojos verdes del hombre se abren con sorpresa, mientras la cabeza se separa del cuerpo en un movimiento fugaz y decidido del frío metal a manos de Will. La imagen pasa como si alguien hubiera puesto el tiempo a cámara lenta. La cabeza vuela mientras el cuerpo cae pesadamente al suelo bañado el ambiente en una ola de intenso carmesí brillante, a los pies de un William Gallager oscuro y ensangrentado.
- ¡¡¡PAPÁ!!! ¡¡NOO!! - los ojos de Zeev casi se salen de las órbitas de los abiertos que los tenía, su expresión estaba desencajada de la sorpresa y el sufrimiento. Apesar de lo frío que intentara ser Zeev el ser humano esta hecho para amar y el amor fraternal es eterno e incondicional. La figura de Zeev se yergue en la pantalla, subiendo la cabeza y dejando ver una expresión oscura y salvaje, ha perdido el control bajo el dominio de la bestia que le implantaron en su interior hace siete años y que le ha amargado su existencia desde el mismo momento en que esa maldición entró en su torrente sanguíneo.
- ¿Preparado para sufrir? - desafía William desde una esquina de la pantalla.
- ¿Y tú para morir? - le devuelve en un gruñido Zeev.
Los dos jóvenes se enzarzaron en un baile asesino de rápidos ataques, estocadas, contraataques y traspiés a una velocidad inhumana. Hasta los mismos soldados se retiraron con horror y miedo. Eso ya no era un asunto de rebeldía al gobierno, no esos dos muchachos combatían por algo más profundo y macabro que simples ordenes gubernamentales. Tras varios minutos de combate sin igual me decido que a ese ritmo hasta el más poderoso de los humanos perdería la vida si no se detenía aquello. Harta de sólo observar, cogí el arma que me proporcionaron y decidí dejar la lógica y el sentido común en una esquina, ya que nada de lo que ocurría era lógico, y dejar que mi instinto y percepción guiarán mis pasos en esta situación.
Salí de la sala con paso firme, armada, descuadrado a todo el mundo, y retomé el camino que había hecho a la inversa para poder ver lo que pasaba en el exterior. Mis botas retumbaban en el suelo a cada paso. En poco tiempo me topé de bruces con el enorme portalón que me evitaba el acceso al mundo exterior. La luz azulada que pasaba entre el agua del tragaluz me iluminaba lo suficiente para que se me viera la cara con total claridad por la cámara colgada en el techo. Con decisión me hinché y miré a la cámara.
- Abrid la puerta. - dije clara, alta y autoritariamente. Pero la puerta ni se movió - ¡Ya! - grité y en segundos la puerta con un sonido chirriante comendo su lento paseo para dejarme salir. No tengo ni idea de que pretendía hacer pero sin pensar siquiera salí al exterior, permitiendo que un destino incierto se cirniera sobre mí.
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