¿Cuán grande habría sido mi mundo si él hubiera seguido siendo él?
Las verdades caen como losas en la espalda que te rompen todos los huesos con un dolor interno tan potente que apenas puedes mantenerte de píe, las piernas tiemblan, la cabeza se desvanece hacía cualquier otro lugar que no sea ese y el corazón se te desgarra produciendo que tu mundo se rompa junto con él.
Cuando la persona que supuestamente amas desaparece apareciendo tras de si una sombra negra y tenebrosa no tienes otro deseo en tu cabeza más que desaparecer de lo vil que puede ser la vida y los que entran en ella. Eso fue lo que yo experimente cuando vi todo aquel panorama. Me destrozó el poder ver con mis propios ojos que los extraños sucesos que estaban ocurriendo en mi vida solo eran culpa de un psicópata malnacido obsesionado con poseer los poderes que solo a un Dios son concedidos... En los últimos días me había movido de un lugar a otro ya sin apenas darme cuenta que lugar era real y cual no, había podido volver a valerme por mi misma otra vez; pero en cuanto esa espantosa imagen entro por mis retinas y llegó a mi cerebro me bloqueé. Todo lo que había intentado creer con fervor durante el poco tiempo que podía llegar a recordar se desmoronó como un castillo de naipes con una leve ráfaga de viento.
Las piernas finalmente me fallaron y me caí de rodillas. A mi alrededor había revuelo, unos llorando, otros sin saber que hacer miraban la figura sangrante del monitor atónitos. Yo no era capad de levantar la mirada, los músculos no me respondían. Will, el muchacho del que yo creí estar enamorada, había acabado con la vida de una joven sin escrúpulos, sin pensarlo dos veces. No podía creérmelo.
- Mami... - dijo la niña llorando al entrar por la puerta, sorprendiendo a todos. - Mami, no... ¡levántate mami! ¡¡MAMI!! - Julie corrió hacia el monitor y continuo gritándole a su madre que se levantara, aún que eso jamas pasaría.
Todos nos quedamos inmóviles, ver una niña en la situación de Julie era un castigo para la conciencia de todos los allí presentes. Lya apareció jadeante por la puerta nombrando a Julie. Conociendo a la niña se habría escabullido de Lya sin que esta se diera cuenta y al darse cuenta corrió tras la niña. Pero había tardado demasiado en encontrarla.
- Sacarla de aquí, ya - ordenó Zeev que fue el primero en reaccionar.
Lya agarró a la niña haciendo un esfuerzo por contener las lágrimas, Julie pataleaba y lloraba pidiendo por su madre, a la cual nunca más podría volver a ver. Desaparecieron las dos por la puerta dejando tras de si un rastro de llanto, agonía y dolor. La sala volvió a quedarse en un silencio después de que los gritos de la niña desaparecieran lentamente por el pasillo. Hundí mi cara entre mis manos; no me lo podía creer, no, me era imposible creerlo.
- Se acabo, - rompió el silencio Tomás - no tendrán piedad con nosotros a no ser que le demos lo que quiere. - alcé la cabeza y vi todas las miradas de los presentes puestas en mi. Me asusté al saber que mi destino inminente sería el reunirme con un psicópata que a saber que tramaban hacer conmigo sus perversas neuronas.
- Ni se os pase por la cabeza. - dijo Zeev muy serio.
- Pero... - intentó replicar Alec.
- ¡Que no! Me niego. Me he jugado el cuello para sacarla de allí, como para ahora dársela como un obsequio por haber venido aquí.
- Zeev, opino igual que ellos. - le digo levantándome y fingiendo que las piernas apenas me tiemblan del terror que invadía mi ser. - Siento lo que pasaste por traerme aquí, pero es la mejor solución. Si voy con ellos vosotros tendréis más posibilidades de vivir.
- No, te equivocas. Lo conozco bien como para saber que esa persona no tiene ni corazón ni humanidad. Si te sacrificas por nosotros lo único que conseguirás es volver al infierno del que te saqué y nosotros seremos acribillados igualmente. - me dijo acercándose a mí y cogiéndome los hombros con dureza pero cariño. - Yumi, paso de el típico cliché de que te haces la heroína, no quiero perderte.
- Debo hacerlo. - le supliqué vehemente.
- No. Punto. Su pelea es conmigo así que voy yo.
- Por favor Zeev, no. Empeoraras las cosas. - digo temerosa. En mi corazón se prendió con fuerza un sentimiento de angustia y miedo con el sólo pensamiento de perder a aquél ente que estaba postrado delante de mi. - Aparte, mira tu estado de salud, como estás por su culpa.
- Me da igual. Sois lo más importante para mí y no voy a permitir que acabéis cómo Anne. - con esas palabras se dirigió al exterior para intentar salvar nuestras vidas con determinación, aún a costa de su propia existencia.
Todos quietos en aquella sala, observando como una única persona muy apreciada se esforzaba por defender lo que realmente le alentaba a avanzar cada día, se me antojó egoísta. Mire todas las caras atónitas de los presentes y no vi un atisbo de que fueran a evitar un suicidio en caso de Zeev o que quisieran unirse a su causa, así que di un paso decantándome por la primera opción. Corrí tras Zeev pero apenas lograba alcanzarlo, por más que pretendía detenerlo con palabras, implorando, rogando, su paso no se detenía y continuaba firme tal como iría en sus tiempos de soldado, firme y desafiante a una muerte inminente. Únicamente su paso se detuvo al llegar a la única puerta principal que le separaba del exterior.
- ¡¡William!! ¡Estoy aquí! ¡Me ofrezco voluntario para ser un pago para que retires tus tropas antes de tener más bajas! - gritó con voz fuerte para asegurarse de que se oía su voz al otro lado de la enorme plancha de metal. Corrí con decisión y le abracé por detrás sintiendo su calor, tacto...
- No, no te lo voy a permitir. No puedo dejar que mueras. Que te atrapen. - girándose gentilmente me correspondió el abrazo.
- Y yo no podría aguantar el volverte a perder. Ya lo sufrí y no podría soportar una segunda vez. - me susurró con amor y melancolía. - Sé a ciencia cierta que es probable que no recuerdes aquel momento ni los sentimientos implicados pero yo si que los recuerdo y observarte marchar con él se me hizo el peor castigo impuesto al hombre.
Una lágrima se deslizo por mi rostro, seguida de muchas más. ¿Lo perdería? Me abracé a el con más fuerza y lloré en su hombro. Pero el momento fue efímero. Con cuidado y poco a poco se fue separando de mí. Como despedida un beso en la frente, pero a mi me supo a poco y agarrándole del cuello de su ropa acerqué su rostro al mío, coloque mis labios sobre los suyos e intente que ese beso le revelará todos los confusos sentimientos tejidos en mi alma.
- Ahora aún se me hace más difícil dejarte atrás.
- Pues no lo hagas.
- Es lo mejor. - sin remedio Zeev emprendió una marcha fúnebre por la supervivencia de unas pocas personas con unos ideales únicos.