Volví pensativa a casa, cavilando todo en mi cabeza. Era mucho en lo que pensar. Mi historia sobre pasaba lo irracional. En un extremo un mundo pos-apocalíptico, militares persiguiéndome, dolor, pánico, un joven prácticamente inhumano del que solo descubro medias verdades. En el otro extremo una vida tranquila, tengo mis achaques pero no es nada grave, un novio guapísimo que me cuida con cariño y del que puedo confiar plenamente. ¿Cuál es el sueño y cuál la realidad? He hay mi dilema. Por conveniencia me gustaría más pensar que la vida con Will era la realidad. Pero algo me decía muy dentro de mi, como una voz interior encerrada en lo más profundo de mi cerebro que gritaba desesperada pero sin que nadie la pudiera oír, decía que aquello era mentira. Era una impresión que me hacía pensar que la vida junto a Zeev no era mentira, ni siquiera un sueño, que era completamente real. Realmente necesitaba que un especialista me mirara el cerebro y volviera a conectar el cable que se me había desconectado.
Llegué a casa y seguía estando el hogar vacío, no había nadie allí, Will no había vuelto. Me tiré en el sofá ya que la cabeza me estaba matando y me dolía el brazo izquierdo, justo donde se me había clavado la esquirla del mueble. Cansada cerré los ojos y me dejé mecer en los brazos de Morfeo. Un sueñecito hasta que volviera Will no hace mal a nadie.
Todo borroso, luces cegadoras pasando sobre mi a una velocidad pasmosa.
- ¡Aguanta! Por favor, Yumi. Sigue aquí conmigo. Te pondrás bien. - sonaba la voz de Zeev en mi cabeza. - Ya estamos cerca.
***
- Señor, está en proceso de eliminado del HDC del cerebro y lo está haciendo más rápido de lo que pensábamos. Como no se la encuentre lo antes posible poco vamos a poder hacer para seguir controlándola. - informó el científico mientras miraba los gráficos del monitor.
- Pues haz lo que haga falta para que eso no ocurra. - ordenó la oscura figura detrás del trabajador.
- Si, señor, haré lo que pueda. Mandaré a todo el equipo trabajar en ello.
- De acuerdo.
El Capitán McConaughey se acercó con paso acelerado al ente que dirigía todo aquello junto con dos de sus soldados. Sus trajes blancos impolutos estaban manchados de tierra y polvo e incluso en el del Capitán se ayaban unas cuantas gotas de sangre.
- Mi señor Gallager. Encontramos a la muchacha, se encontraba en el cuadrante 20 de la zona vieja. - explicó el Capitán.
- Y me puedes explicar porqué no la veo aquí contigo.
- Lo sentimos muchísimo, señor Gallager, no estaba sola y escapó.
- Capitán McConaughey, su hijo está siendo un pequeño mosquito al que hay que aplastar y si no lo hace usted lo haré yo. - dijo Gallager dándose la vuelta para observar un monitor de una maquina vacía roto. - Envíe un pelotón más grande. Yo también me uniré. A la vuelta quiero aquí a Yumi y la cabeza de su hijo. - su voz se tiñó aún más de oscuridad que antes.
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